La segunda de las virtudes
teologales es la esperanza.
Introducción
En
esta sesión trataremos fundamentalmente el estudio de la Escatología con base en
las Escrituras haciendo una diferenciación histórica y exegética con base en la
predicación de Jesús, el mensaje de Jesús sobre el reino de los cielos y la
predicación de San Pablo.
¿Cómo
era la fe del pueblo de Israel?
La
fe del pueblo de Israel se basó fundamentalmente en la promesa en consecuencia,
por la tensión que conlleva a la esperanza.
La
figura davídica entra en escena tras la promesa hecha por Dios como podemos
leer en: 2Sam 7. Ya aquí se anticipa que el mesías será de su linaje.
¿Tendrá
significado el mensaje de Jesús sin la vivencia de la esperanza? ¿Qué es el
reino? ¿Qué significa que esté cerca? ¿Por qué y para qué de las parábolas con
esas descripciones y analogías sobre el reino de los cielos?
No
son preguntas que se respondan sólo desde el ámbito y método histórico porque
el estudio sobre esos temas del pasado, escritos para ese hombre bíblico en
particular, tienen para el hombre de hoy otra lectura que requiere la
transposición desde la Teología y la Exegética sin dejar que en ellas se
refleje la historia del mundo del espíritu según la época. Es como hacer
filosofía; profundizar en la historia, en la historia del texto bíblico y en la
profundidad del ser.
La
sesión está estructurada de la siguiente manera:
1.-
Lea el capítulo primero: “2. Importancia del anuncio del reino de Dios por
parte de Jesús” (46-66) RATZINGER
Joseph, Escatología.
2.-
Lea el resumen que aparece a continuación y chequee los contenidos de los
enlaces anexos durante la lectura del mismo.
3.-
Resuma los contenidos para su estudio.
Evaluación.
1.-
Sintetice en un cuadro comparativo la visión de los evangelios sinópticos y el
evangelio de Juan sobre el reino escatológico.
2.-
Reflexione y responda:
a.-
¿Cómo veía san Pablo el Reino escatológico, era algo inminente o creía que aún
faltaba mucho?
b.-
Qué significado tiene la frase paulina después
nosotros, los vivos, los que todavía estemos, nos reuniremos con ellos,
llevados en las nubes al encuentro del Señor, allá arriba. Y estaremos con el
Señor para siempre.(1Tes
4,17)
Auténtica
palabra clave en la predicación de Jesús. El Señor centra su predicación
prepascual en ella.
Mateo,
como judío, dice “reino de los cielos” en atención a la regla judía que
establecía que no debía decirse el nombre de Yahvé. Marcos y Lucas dicen “reino de Dios”.
Reino
no significa un lugar sino una realidad activa. Se traduce algo así como señorío, mando, dominio de Dios, poder viviente de Dios sobre el mundo.
El
anuncio “el reino de Dios está cerca” puede traducirse exactamente por “Dios
está cerca”. La predicación de Jesús no está referida a algo que está en el
cielo sino de algo que Dios está haciendo y hará aquí en la tierra.
Acerca de la
Esperanza
En el Antiguo Testamento
hallamos la prefiguración de la esperanza.
Repetimos nuevamente que la fe
del pueblo de Israel se basó fundamentalmente en la promesa y en consecuencia
por la tensión que conlleva a la esperanza.
La esperanza se concibe entonces desde una perspectiva rabínica o apocalíptica.
La rabínica. Sabe que Dios es siempre Señor del mundo y que lo rige pero
espera a que Dios un día salga de su ocultamiento mostrando a las claras su
poder. Se considera el día del Mesías.
Se separa el celota que
pretende acelerar la llegada de este reino con medios políticos, politizando la
escatología. Interpreta la esperanza de Israel como un programa político.
La apocalíptica. Ésta acentúa con más fuerza la diferencia radical de
los dos eones (seres o inteligencias
divinas o eternas). Se desarrolla como expresión de la esperanza en situaciones
minoritarias desesperadas, pero se entremezcla en casos concretos con los demás
tipos de esperanza.
La predicación de
Jesús.
Tomando en cuenta la variada y compleja realidad sobre la promesa, la
esperanza y la historia del pueblo de Israel surge la voz del pastor. Lo nuevo que Él ofrece no consiste tanto en ideas
desconocidas sino la plenitud de poder que caracteriza su misión. El poder de separar el trigo de la paja.
No va en línea de los celotas. No usa el título mesiánico. La única vez
que usa el título de Mesías (Cristo) es en el letrero de la cruz,
convirtiéndose en punto de partida de la profesión cristiana.
Jesús se encuentra en la línea de la esperanza profética, promete el
reino de Dios a los pobres.
Se ha cumplido el tiempo, el reino
de Dios está cerca, convertíos y creed en el evangelio. (Mc 1,15)
La misión de Jesús se explica en textos muy antiguos, remitidos a la
figura del profeta Jonás (Cf. Mt 12,38-42; Lc 11,29 ss; Mt 16,4). Así pues, en
el evangelio según san Mateo se toma la señal de Jonás como una prefiguración de
la muerte y resurrección de Jesús. Jonás estuvo tres días en el interior del
cetáceo (Jon 2,1).
En el evangelio de Lucas por el contrario, es la generación de Jesús la
que directamente es comparada con los ninivitas, generación que no recibió otro
signo que el mismo profeta y su predicación de la penitencia.
El signo de Jonás es un signo de penitencia y gracia, es un signo de
penitencia y escatología. Tras la predicación, la conversión es aceptada y esto
resulta escándalo para el profeta. También Jesús llama, llama a la conversión
de los pecadores y los pecadores la entienden. Por eso su predicación es una
impronta que trasciende, no es de allí ni de después, es eterna y como tal no
se mueve en las dimensiones del espacio tiempo sino que el centro del mensaje
lo ocupa la persona de Jesús. Es moral, es individual, es comunidad.
La cuestión
sinóptica.
En
el evangelio de Lucas se halla ya una concepción sin escatología próxima. Para
él Cristo no es el fin sino el centro del tiempo. El camino no lleva inmediatamente
a la parusía sino a la iglesia de los gentiles, la cual, en su condición de
amplio espacio de lo que ha de venir, representa el horizonte de su evangelio.
Le caracteriza el presente no como situación de tránsito, sino como algo
permanente.
En
el evangelio según san Mateo: sigue aferrándose a la espera inmediata. El
enigma de Mateo para nosotros es cómo, escribiendo después del año 70, puede
conciliar eso con los acontecimientos históricos reales. (Mt 24,29 ss) (Cf. Za
12,3; Sal 79,1; Is 63,18; Dan 9,26; 1Mac 3,45-51)
En
el evangelio de Marcos parece haberse construido una relación temporal directa
entre ambos acontecimientos “destrucción del templo de Jerusalén y fin del
mundo (Mc 13,24). Al hacer uso de la expresión “en aquellos días” no se hace
referencia a algo temporal sino que pertenece a esquema tradicional.
Por
su parte el evangelio de Juan presenta la palabra de Jesús solo como palabra
oída, como recibida por la Iglesia. Esta palabra no puede entrar en la historia
sino en cuanto se la oye y, al oírla, la asimila. Todo oír y, por consiguiente,
toda transmisión es insoslayablemente una explicación.
La Parusía
Aunque no es tema de esta sesión profundizar
acerca de la Parusía, es necesario que tengas ideas generales acerca del tema
por lo cual debes escuchar con atención lo que expone el Pbro. Carlos Rosell de
la (FTPC) Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima al respecto. Sólo te
tomará unos minutos.
San Pablo y la
Parusía
La
parte quizás más importante donde Pablo habla de forma directa sobre la parusía
del Señor es: 1 Tes 4,13-17. Todo el evangelio que Pablo anuncia tiene como
primicia y carácter de urgencia inminente la venida del Señor. Más que
inminencia temporal de días o años, el apóstol se ha referido siempre al
dinamismo transformador de al esperanza
cristiana que se traduce en actitud de expectación, firmeza y vigilancia
como si el Señor estuviera llegando de un momento a otro.
Se
ve que Pablo se entusiasma y da alas a su esperanza, viéndose a sí mismo vivo,
aún participando del triunfo definitivo de Cristo (Cf. 1 Cor 15,51; Flp 3, 21;
Rom 13,13)
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