La creencia de la resurrección de los muertos es la profesión
fundamental de la fe de los cristianos. San Pablo dirá: “si Cristo no ha
resucitado es vana nuestra proclamación vana es nuestra fe” (1Cor 15, 14).
claro que esta primicia tuvo sus opositores durante la época inter
testamentaria. Para algunas corrientes no estaba claro este principio se
presentó en aquella época y se presenta en la nuestra.
Desde el principio, la fe cristiana en la resurrección ha
encontrado incomprensiones y oposiciones (cf Hch 7, 32; 1 Cor 15, 2-13) ´´en
ningún punto la fe cristiana encuentra más contradicción que en la resurrección
de la carne¨ (San Agustín, psal. 88, 2, 5) Se acepta muy comúnmente que,
después de la muerte, la vida de la persona humana continúa de una forma
espiritual (CIC 996).
Para la época de Jesús estas incomprensiones y oposiciones
son representadas en el grupo de los saduceos los cuales, dentro de su sistema
de creencias, rechazaban la resurrección de los muertos. Podemos encontrar
dentro del Nuevo Testamento una discusión que sostuvieron con el Señor:
“Se acercaron unos saduceos que niegan la resurrección y le
dijeron: Maestro, Moisés nos dejó escrito que cuando uno muere sin dejar hijos,
su hermano se case con la viuda para dar descendencia al hermano difunto. Eran
siete hermanos: el primero se casó y murió sin descendencia; el segundo tomó a
la viuda y murió sin descendencia; lo mismo el tercero. Ninguno de los siete
dejo descendencia. Después murió la mujer. En la resurrección, [cuando
resuciten] ¿de cuál de ellos será l mujer? Porque los siete estuvieron casados
con ella” (Mc 12, 18-23)
Los saduceos usando las Sagradas Escrituras, en este caso la
ley del levirato que encontramos en Dt 25, 5-10 tratan no sólo de demostrar sus
fundamentos religiosos sino también de ridiculizar la fe en la resurrección de
los muertos. Jesús le sale al encuentro y los acusa de no entender las
escrituras y de una manera sencilla, pero profunda, les demuestra que la idea
de la resurrección también tiene argumentos bíblicos:
Jesús les respondió: ¿No están equivocados por esto, por no
conocer la escritura y el poder de Dios? Cuando resuciten de entre los muertos
los hombres y las mujeres no se casarán, sino que serán como ángeles en el
cielo. Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no han leído en el libro de
Moisés el episodio de la zarza? Dios le dice: Yo soy el Dios de Abrahán el Dios
de Isaac, el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos sino de vivos. Ustedes
están muy equivocados (Mc 12, 24-27)
En esta cita podemos contemplar la interpretación que Jesús
hace sobre el tema, la resurrección de los muertos. No es una continuidad de la
vida mortal como lo exponen los saduceos sino un estado de vida en la plenitud
con Dios, como los ángeles.
También podemos extraer que Jesús va más allá de la profesión
de fe de los fariseos, que sí creían en la resurrección pero que se quedaba
solo como un artículo más de su fe. Jesús sitúa la fe en la resurrección de los
muertos en el centro mismo del credo identificándolo con el concepto que se
tiene de Dios al citar: Yo soy el Dios
de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob (Ex 3, 6-15). y al anunciar:
no es un Dios de muertos sino de vivos.
Aquí encontramos una prefiguración del triunfo de Jesús sobre la muerte.
La fe judía no se ve comprometida, al contrario, adquiere más
pureza al ser profundizada y a la vez mantiene su sencillez: fe en Dios.
Volvamos al comienzo de la clase para situarnos en los
problemas que tuvo que enfrentar san Pablo con algunas posturas y su visión
respecto a la resurrección.
Así como los saduceos no creían en la resurrección de los
muertos,a algunos oyentes de Pablo se les complicaba creer, por eso analicemos
algunas citas bíblicas para encontrar luces:
Desde la concepción paulina se aborda el significado
teológico del bautismo. Sacramento por el cual nos hacemos cristianos y
comenzamos a participar de la muerte y resurrección de Cristo. Es el nacer y
morir que Jesús pide a Nicodemo: quien
no nace de nuevo por el agua y el espíritu no puede entrar en el reino de los
cielos
¿Qué diremos entonces? ¿Qué debemos seguir pecando para que
abunde la gracia? ¡Ni pensarlo! Los que hemos muerto al pecado, ¿Cómo vamos a
seguir viviendo en él? ¿No saben que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús,
fuimos bautizados en su muerte? Por el bautismo fuimos sepultados con él en la
muerte, para que, así como Cristo resucitó de la muerte por la acción gloriosa
del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva. Porque si nos hemos
identificado con él por una muerte como la suya, también nos identificaremos
con él en la resurrección. Sabemos que nuestra vieja condición humana ha sido
crucificada con él, para que anule la condición pecadora y no sigamos siendo
esclavos del pecado. Porque el que ha muerto ya no es deudor del pecado. Si
hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él. Sabemos que
Cristo resucitó de la muerte, ya no vuelve a morir, la muerte no tiene poder
sobre él. Muriendo murió al pecado definitivamente; viviendo vive para Dios. Lo
mismo ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo
Jesús. No permitan que el pecado reine en sus cuerpos mortales obedeciendo a
sus bajos deseos. No entreguen sus miembros a disposición del pecado como
instrumentos de injusticia, sino pónganse a disposición de Dios como
resucitados de la muerte, y hagan de sus miembros instrumentos de justicia al
servicio de Dios. El pecado no tendrá dominio sobre ustedes ya que no viven
sometidos a la ley, sino bajo la gracia (Rom 6, 1-14).
Pablo nos recuerda que vivir en Cristo es morir al pecado y
que somos incorporados por el sacramento a la gracia santificante de Dios, pero
que esta gracia no es una licencia para seguir en la antigua servidumbre, sino que
debemos movernos con la dignidad de los verdaderos hijos de Dios. En este
proceso comienza el cristiano a participar de la muerte en Cristo y a disfrutar
de su resurrección. Por eso hay una ruptura con las antiguas filosofías griegas
que creían el cuerpo una prisión que encerraban al alma. Para Pablo el hombre
es un ser integral, es una unidad, cuerpo-alma por tal motivo el cuerpo debe
estar al servicio de Dios.
Otro análisis debemos hacerlo en la carta a los Corintios, en
la que el apóstol cuestiona las creencias de algunos sobre el tema de la
resurrección:
ahora bien si se proclama que Cristo resucito de la muerte,
¿Cómo algunos de ustedes dicen que no hay resurrección de los muertos? Si no
hay resurrección de muertos tampoco Cristo ha resucitado; y si Cristo no ha
resucitado, es vana nuestra proclamación, es vana nuestra fe (1Cor 15,
12-14)
La muerte de Jesús perdona pecado porque desemboca en la
resurrección. A La resurrección de Jesús se ordena la nuestra. Sin la
resurrección de Cristo los cristianos seríamos presa de burlas y lástima ¿por
qué, de qué sirve una fe que no tiene fundamento? Un desastre para los muertos
y un gran vacío para los que un viven
En la teología joánica encontramos evidencia de una fe que
pasa del aspecto teológico al cristológico: la resurrección de Lázaro quiere
dar respuesta a los hermanos que ya habían muerto en espera de la llegada de la
gran parusía. La enlazamos con Juan 6 donde Jesús se nos presenta como el pan
de vida. Al comer su cuerpo y escuchar su palabra, al aceptarlo, nos
adentramos, desde ese momento, en la comunión y participación del misterio
salvífico que es la persona de Jesús.
Ser testigo de Cristo es ser testigo de su Resurrección (Hch , 22; cf
4, 33), haber comido y bebido con él
después de su resurrección de entre los muertos (Hch 10, 41) La esperanza cristiana en la resurrección
está totalmente marcada por los encuentros con Cristo resucitado. Nosotros
resucitaremos como Él, con Él, por Él (CIC 995)
Lee:
Parábola de
Lázaro en Juan 11, 5-45.
Cabe resaltar esta
afirmación yo soy la resurrección y la
vida.
Lázaro simboliza a todos los cristianos que cultivan el don
de la amistad con Jesús. Es la poderosa palabra de Jesús, palabra que es vida;
que el muerto es levantado a una nueva vida. La resurrección es el tema
principal como fundamento de la esperanza cristiana: Yo soy la resurrección y la vida. el que cree en mí, aunque haya muerto
vivirá (Jn 11, 25).
Desde la perspectiva física se puede interpretar esta
lectura: tu hermano volverá a vivir
(Jn 11, 23) como una frase dirigida a todos los creyentes, de todos los
tiempos, que perdieron por la muerte a un ser querido.
Desde la perspectiva espiritual, la narración de la
resurrección de Lázaro viene a significar lo que pasa cuando la palabra nos
interpela, invita a creer y la aceptamos. La corrupción y el mal olor del
pecado sepultan al hombre en una existencia vacía. En Jesús, la vida misma ha
sido comunicada al hombre.
Cómo resucitan
los muertos
¿Qué es resucitar? En la muerte, separación
del alma y el cuerpo, el cuerpo del hombre cae en la corrupción, mientras que
su alma va al encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo
glorificado. Dios en su omnipotencia dará definitivamente a nuestros cuerpos la
vida incorruptible uniéndolos a nuestras almas, por la virtud de la
Resurrección de Jesús. (CIC 997)
¿Quién resucitará? Todos los hombres que han muerto: los que
hayan hecho el bien resucitará para la vida, y los que hayan hecho el mal para
la condenación (Jn 5, 29; cf Dn 12, 2)” (CIC 998)
¿Cómo? Cristo resucitó en su propio cuerpo: mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo
(Lc 24, 39); pero él no volvió a una vida terrenal. Del mismo modo, en El todos resucitarán con su propio cuerpo, que
tienen ahora (Cc. De Letrán IV: DS 801), pero este cuerpo será transfigurado en cuerpo de gloria (Flp
3, 21), en cuerpo espiritual (1Co 15,
44):
Pero dirá alguno: ¿cómo resucitan los muertos? ¿Con qué
cuerpo vuelven a la vida? ¡Necio! Lo que tu siembras no es el cuerpo que va a
brotar, sino un simple grano…, se siembra corrupción resucita corrupción…, los
muertos resucitarán incorruptibles. En efecto, es necesario que este ser
corruptible se revista de inmortalidad; y que este ser mortal se revista de
inmortalidad (1 Co 15, 35-37. 42. 53). (CIC 999).
Este “cómo” sobrepasa nuestra imaginación y nuestro
entendimiento; no es accesible más que en la fe. Pero nuestra participación en
la Eucaristía nos da ya un anticipo de la transfiguración de nuestro cuerpo por
Cristo:
Así como el pan que viene de la tierra, después de haber
recibido la invocación de Dios, ya no es pan ordinario, sino Eucaristía
constituida por dos cosas, una terrena y otra celestial, así nuestros cuerpos
que participan en la Eucaristía ya no son corruptibles, ya que tienen la
esperanza de la resurrección (San Ireneo de Lyón, haer. 4, 18, 4-5).
Evaluación
1)
En pocas palabras explique cómo por medio del bautismo y de
la Eucaristía participamos de la resurrección de Cristo.
2)
De forma sencilla haga un comentario de cómo cree usted que
será la resurrección.
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